El narcisista mundo académico

REFLEXIONES Y OPINIONES

8/27/20252 min read

person holding yellow and white flower
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Tengo la sensación de que estamos atravesando una época —desde hace ya varios lustros— en la cual la enseñanza de la matemática ha perdido el norte. Más allá de que podamos advertir unos ciertos consensos sobre la enseñanza de la matemática a nivel académico, estos consensos no se materializan en las aulas. En la última década del siglo XX, con una Internet cada vez más accesible al público en general, con una visión constructivista de la Didáctica de la Matemática consolidada, con la presencia de algunos programas informáticos diseñados para la enseñanza y el aprendizaje de la matemática (Cabri, Derive, Sketchpad), comienza —por lo menos en Uruguay— un creciente cuestionamiento sobre las formas tradicionales de enseñanza de la matemática que se manifestaban en estudiantes sentados en pupitres inmóviles que, obedientes, sacaban apuntes de un polvoriento pizarrón. Rota la brújula del siglo XX, cada fragmento se atomizó en una diversidad enorme de ideas, de posturas, de miradas y propuestas, a veces más a veces menos consistente, lo cual ha dificultado recomponer el norte.

No creo que el mundo académico por sí solo pueda, siguiendo su enfoque tradicional, rearmar el artefacto: varias décadas de oportunidades demuestran que no ha sabido cómo franquear los muros entre los cuales se guarece y es así que aún se sigue preguntando cómo hacer para que los resultados de sus investigaciones sean atendidos por los profesores en el aula.

El mundo académico, como Narciso, parecería no poder apartarse de la fascinación que le produce su propia imagen y entonces solo se habla a sí mismo: como una maquinaria sin fin (¿o sin propósito?) se retroalimenta: las investigaciones —salvo casos excepcionales— solo sirven para generar investigadores que generan investigaciones que generan investigadores… y poco efectivo resultó ser para generar una visión consensuada entre los profesores acerca del rumbo que debe tomar la enseñanza de la matemática.

Por tanto, es imperioso que los académicos salgan de los rígidos, cómodos y seguros —aunque ficticios— muros que les ofrece la investigación y su metodología, no con arrogancia evangelizadora, sino para confrontar e intercambiar ideas con los profesores y con la sociedad en su conjunto.

Es necesario generar amplios consensos acerca de cómo, para qué y por qué enseñar matemática y para esto se necesita el intercambio de ideas entre profesores y entre profesores e investigadores, porque el diálogo construye puentes, permite ajustar diferencias y establecer acuerdos para reunir las atomizadas miradas con la finalidad de vislumbrar un norte.